introducción

apartados de este blog:



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prólogo:

Como introdución a este impresionante paraje, os publico una información de la concejalía de turismo de la Comunidad de Castilla la Mancha, en la que se reseña que el Alto Tajo presenta la mayoría de las características típicas de la Cordillera Ibérica, algunas de manera muy destacada e incluso produciendo formas y microformas exclusivas de este área.






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El recorrer este precioso paraje es como introducirte en el pasado rodeado de acantilados, bosques enormes, aire puro y abrazado por un limpísimo cielo.

Destacan las formas vinculadas a los cauces tales como cañones, hoces -ambos muy abundantes- y terrazas, así como formas singulares de ladera, es decir, cuchillos, agujas y monolitos.


En resumen, conforma la red de cañones y hoces continua más extensa de Castilla-La Mancha. La red hidrográfica es el elemento que ha configurado la zona tal y como la vemos en la actualidad.
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Desde hace muchísimos años los pobladores de esta zona han utilizado el Tajo como ruta para transportar los troncos, siendo ésta una actividad que todos los años se conmemora en Trillo, haciendo un homenaje a los gancheros.


Por tanto precisamente el agua de los cauces fluviales ha condicionado el clima, la orografía, la flora, la fauna e incluso los asentamientos humanos. Esta red se compone del propio río Tajo desde su nacimiento hasta la desembocadura de la rambla de Carrascosa del Tajo y un amplio elenco de afluentes directos e indirectos entre los que cabe destacar el Cabrillas, el Bullones, el Gallo, el Arandilla, el Salado, el Ablanquejo, el Hoceseca y el Tajuelo.

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Existen cinco enclaves singulares que son el nacimiento del Río Cuervo, las lagunas de Taravilla y Valtablado y las salinas de Armallá y Saélices. Además de muchísimos más sitios de interés que nos esperan por los alrededores.


En conjunto, el grado de conservación de las aguas y las hoces de toda esa red es bueno.

Su superficie es de 176.265 hectáreas, más grande que algunas provincias españolas.
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Espero que disfruteis paseando por este blog y al tiempo os active el apetito para recorrer cualquiera de sus rutas, bosques, barrancos, pueblos y senderos.

Eso es lo que pretendo conseguir con esta recopilación de información sobre este precioso enclave, que además le da vida a mi Alcarria. Yo pretendo ir conociéndolo cada día un poco más, intentando recorrer su piel y oler su aroma por cada uno de sus recodos.


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castillo de Arbeteta,... "simbolo y roca"


La provincia de Guadalajara fue tierra de fronteras durante casi todo el medievo y por tanto el Parque Nacional del Alto Tajo. Desde la ocupación islámica, en el siglo VIII, se establecieron en ella numerosa tribus, fundamentalmente bereberes, que dieron lugar al nacimiento de numerosos enclaves fortificados. La conquista cristiana se lleva a cabo durante los siglos XI,XII y XIII. Las viejas fortalezas islámicas, que fueron ocupadas en la conquista, serán sustituidas o considerablemente modificadas por sus nuevos dueños, unas veces por los daños sufridos en los combates y otras por no adaptarse a las formas de vida y costumbres de los cristianos, también por incorporar los adelantos técnicos producidos en fortificaciones
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El castillo roquero de Arbeteta se encuentra rematando con justeza un fuerte peñasco que domina el estrecho valle por el que discurre el arroyo de la Rambla, afluente del Tajo, al norte de la localidad de Arbeteta, provincia de Guadalajara.

Desde la localidad puede accederse a este castillo a través de un paso muy estrecho.

A este castillo se le reconocen orígenes remotos. Se sabe que, al menos en el siglo XV perteneció al mayorazgo de la familia La Cerda, condes de Medinaceli.

Es una pequeña fortaleza de planta cuadrangular que carecía de torres, pues no las necesitaba. De cara al barranco existe una apertura o poterna. El estrecho paso por el que hoy día se accede al castillo fue en tiempos remotos cortado para ofrecer foso, y hacer sólo accesible el castillete a través de puente levadizo. Hoy día constituye una magnífica estampa de alcázar vigilante sobre el abrupto y estrecho valle que corre a sus pies.

Se encuentra en estado de ruina consolidada. Su estampa de bravura se ha visto reforzada con una inteligente restauración llevada a cabo recientemente y el acceso es libre.
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Se encuentra al principio de las Serranías del Alto Tajo y a continuación de las Alcarrias y de las zonas del embalse de Entrepeñas, donde están los pueblos de Sacedón, Córcoles, Alcocer, Millana, Sacedón y otros; por la otra parte-la zona de Cifuentes-se encuentran Trillo, La Puerta, Pareja y las míticas "Tetas de Viana de Mondéjar".

En 1190 aparece como donación del antiguo castillo musulmán de Arbeteta a la iglesia de Cuenca. Años después, los Reyes Católicos conceden el castillo a Don Luis de la Cerda, Conde de Medinaceli. Un siglo después, se dice que fue alcaide de esta fortaleza el comendador Alonso Osorio, Capitán de sus Altezas, con 60000 maravedíes de salario y más de 250 fanegas de pan mediano.

Los gancheros,... "pericia, esfuerzo y valor"


En este apartado recopilo sobre todo dos narraciones publicadas en la red, para dejar con ellas constancia de ese oficio tan curioso y especial de transportar maderadas río abajo por este entorno, acuñado y sufrido por unos hombres esforzados denominados “gancheros”.

Una de las descripciones más espectaculares y que reviven con especial detenimiento esta actividad es la que protagoniza el “tío Joaquín” de Chelva, que seguro os encantará.

Los empresarios o comerciante de esta clase de industria, compraban pinares, y durante el invierno dedicaban una porción de jornaleros a la corta de dichos árboles; después los labraban, y para principios de abril la embarcaban, conduciéndola en carros, cuya operación era costosísima por la composición de caminos, y porque la corta solía verificarse en un terreno escabroso, abriendo carriles a fuerza de peones.

Despues de que la madera estubiera en el río, se retiraban los jornaleros, y los dueños de ella se la entregaban a los madereros. La conducción salía muy cara por la mucha gente que empleaba, ... y además por el muchol tiempo que se tardaba en llegar al desembarcadero; pero esto dependía de la mucha o poco agua que llevara el río, en sus pasos malos o en los contratiempos que solían acontecer en el viaje; pero desde los pinares de Cuenca y deGuadalajara hasta Aranjuez tardaban de cuatro a cinco meses.
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Es de interés mencionar que el denominado al principio de este reportaje, “tío Joaquín”, se presentaba con su tropa de gancheros, que ascendía algunas veces a trescientos hombres, al amo de la madera, y recibiendo de él sus órdenes, se ponía en marcha aquel general en jefe de las aguas del Tajo y del Guadiela, cuyos gancheros le prestaban tanta obediencia y subordinación, como valientes soldados.

El uniforme que vestían esta tropa, era a la típica usanza del país en que nacieron, zaragüelles, faja encarnada, polainas blancas, pañuelo a la cabeza también encarnado, y no usaban más armas que una vara larga con un gancho a la punta, que es más terrible en caso de acometer que las clásicas lanzas.
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Yo tengo un gancho en mi casa de Budia, en un rincón donde he expuesto algunas cosillas antiguas, … y en uno de los sitios más destacados de ese pequeño museo, puse este curioso gancho que fue usado por mi “tio Antonio Escribano” ; ya que tenía un aserradero en la finca donde ahora se siembra el trigo, el garbanzo o la cebada; y por entonces subían los maderos cuando pasaban desde el Alto Tajo por el pueblo de mi madre, Durón,.. y se los subían hasta Budia en caballerías para trabajarlos en su aserradero. (Me contaba mi tía Mercedes Roca, su mujer, que como el tío Antonio tenía familia constructores en Madrid, les vendía muchos andamiajes y sujeciones de madera para las obras). Cuando queráis os lo enseño, no tenéis más que pasar por Budia y si veis los balcones abiertos del número 3 en la plaza, al lado de la fuente …. llamarme y os invito a un vino en mi bodega al tiempo que os enseño los enseres antiguos;… en fin, ... continuemos con el relato:

Aquellos esforzados gancheros con su uniforme blanco, su rostro tostado por los ardientes rayos del sol, su figura colosal los más, su pañuelo calado en forma de chacó y su lanza, parecían una tropa de beduinos que marchaban a conquistar alguna plaza. Este ejército se dividía en vanguardia, centro y retaguardia, cuyas divisiones formaban cuadrillas de ocho hombres, con su jefe, que era un cuadrillero, su ranchero y una acémila, marchando a la cabeza de cada división un mayoral, bajo el inmediato mando del gran ganchero.

La tienda, que era el cuartel general, estaba a retaguardia; en ella se hallaban las oficinas de administración militar, para procurar las raciones a los gancheros, las cuales tomaban y pagaban en los pueblos del tránsito.

También conducía el estado mayor, con el gran ganchero, que es el que dirigía las operaciones de la navegación. La viga mayor, que llamaban la capitana, estaba la última, adornada con ramas, que parecían las velas de un navío, como presidiendo aquella expedición, haciendo alarde con esto de su grandeza, y para que admiraran los mortales lo que el Ser supremo cría en las entrañas de la tierra.

En este estado marchaba el ejército por el río, dominado por veinte o cincuenta mil palos, que marchaban empujados por los gancheros, y caminaban según lo permitía la corriente y los escollos del camino.

El “pré” (salario) de estos hombres era de tres reales; el de los mayorales diez, el de los cuadrilleros cuatro, el de los rancheros uno y medio, y el sueldo del gran maderero, era a proporción de sus méritos y servicios, disfrutando todos ración de pan, vino, y aceite.

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Era digno de notarse el espectáculo magnífico que por algunas partes formaba esta expedición; uno de los sitios para verla, era el de los Chorros, media legua del molino de Buendía, por cuyo punto tarda en pasar la madera, en una distancia de media legua, seis días, a causa de los muchos peñascos que había en el río, pareciendo imposible que pasaran por allí tantas vigas, y algunas de extraordinaria magnitud.

Allí trabajaba el estado mayor; allí trabajaban los mayorales, y allí, en fin, el “tío Joaquín” dejaba conocer su talento, con las acertadas disposiciones y los planes que concebía y ponía en práctica con el mejor cálculo. Ni el mejor ingeniero, ni el hidráulico, ni el arquitecto, formaban con la brevedad que el “tío Joaquín “ unas entabladas, unos puentes, unas encrucijadas, tan firmes, y tan bien concluidas, haciendo del río lo que quería, ya encogiéndole y formando callejones de agua para dar paso a los palos detenidos por los formidables peñascos, y ya ensanchándolo para que corrieran aquellos en más número y con más velocidad.

En aquel paraje se reunía su división, y allí era donde se les veía trabajar a estos toscos ingenieros; mas donde desplegaba su saber e inteligencia el “tío Joaquín” (protagonista real en esta narración con su experiencia en el oficio), es cuando sucedía alguna avenida y dominaba la madera en este sitio: ésta entonces se agolpaba a manera de castillos, formando un laberinto que parecía imposible deshacer; pero impávido nuestro hombre, puesto a la cabeza de sus masas, dictaba sus disposiciones, sin que le amilanara el rugido de las olas, ni el relámpago que se desprendía de la encendida atmósfera, haciendo más horroroso el estampido del trueno en las concavidades de aquel sitio agreste y solitario.

Arengaba con fervor a los suyos, los cuales, con un entusiasmo difícil de explicar deshacían en un instante la gran mole, que el furor de los elementos había agrupado tan formidablemente.

Si la academia de San Fernando hubiera visto trabajar al tío Joaquín en estas circunstancias, no hay duda que le habrían condecorado con la cruz laureada de aquel Santo Rey, en premio de haber deshecho aquel nudo gordiano, que para el mejor matemático hubiese sido un problema difícil de resolver.

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… Cuando pasaba la maderada, formaba una agradable vista las cuadrillas de gancheros, que reunidos en pequeños recintos, construían aquí y allí sus ranchos, siendo otras tantas luminarias sus mal apagados fuegos, los cuales miraban arder, ya en las concavidades de las peñas, ya en las márgenes del río, reflejando su pintoresca luz en las copas de los pinos y en los chorros que saltan de las entabladas.

Los madereros eran muy buenos cristianos, y a pesar de que no pasaban por ningún pueblo, los días de fiesta no perdían la misa, buscándola a cuatro leguas si es menester, que era por lo único que paraban el trabajo, y es seguro que se pronunciarían si les faltase. (…como cosa curiosa, al hilo de este comentario, os digo que a mi padre, el cura le puso una multa por trabajar el domingo.)

No llevaban más equipaje que la ropa puesta, y cada quince días llegaba el ropero con la muda de cada uno, que se la remitían en un taleguito, con su señal o rótulo, acompañado de un presente, el cual consistía en nueces, castañas o manzanas, que siempre es el recuerdo de una madre, una esposa, o una hermana, o el amor de una prometida. El día que llegaba, lo comunicaba por extraordinario a su ejército el general en jefe , y se oían en todas las márgenes del río mil gritos de contento.

Tenían sus toscos telégrafos; se entendían por señales, y así, cuando acontecia que un maderero se cayera al río, los demás subían los ganchos en alto, hacían cruces, y acudían todos en su socorro.

Eran muy diestros, volteaban las vigas en el agua, sosteniéndose en las esquinas, guardando un equilibrio admirable; corrían por el río encima de una viga, pareciendo al Dios Neptuno con el gancho, que desde lejos parece el tridente

Por los meses de Agosto y Septiembre, suelían llegar las maderas a Aranjuez, que era su destino final, y ofrecía en ese lugar una fantástica imagen en su desembarque.

Así como el pintor, el escultor, el actor de mérito, son artistas que aprecia el público, el tío Joaquín de Chelva, era una notabilidad en su profesión, tenía talento, estudio, y mucha práctica, que sin estos dotes no habría podido dirigir tales navegaciones, donde es necesario hacer puentes, entabladas, y otra porción de cosas, todo sobre la marcha, sin más cimiento que las aguas, y sin más material de yeso y clavos, que la broza del río, y el talento del tío Joaquín, por lo que su nombre y el que como él hacían este trabajo, deberíamos no olvidarnos nunca. Espero que esta narración le de un pequeño homenaje.

Le doy desde aquí las gracias a Pedro Pérez Juana, por publicar esta narración de una maredada del año 1845 con el tío Joaquín como protagonista y espero que os haya transmitido con detalle las peripecias y singularidades de este oficio de ganchero.

Absorbidos por la imparable modernidad, hay muchos más oficios y actividades artesanales de antaño que han desaparecido o están en vías de extinción, (muchas de ellas me ha comentado mi padre que ha visto y convivido en Budia “corazón de la Alcarria” y pueblo donde yo nací)… como son el herrero, el guarnicionero, el alpargatero, carbonero, picapedrero...

Hoy en día, la fiesta de los gancheros se celebra desde hace algunos años en el Alto Tajo, en la provincia de Guadalajara, durante el primer fin de semana de septiembre. A través de esta fiesta tratan de mantener el recuerdo de estas actividades rurales tradicionales que han forjado la vida y la cultura de la gente en nuestros pueblos.

El recuerdo del durísimo oficio de los gancheros, transportando troncos a través del Alto Tajo, es hoy por tanto motivo de fiestas, acontecimientos culturales y aliciente para la llegada de turistas a esta zona de nuestra región.

En las plazas de muchos pueblos de la ribera del Tajo se oyen a veces comentarios y narraciones como estas y para, no repetir, pero si insistir, ... os publico otra de esas narraciones descrita en primera persona por su protagonista, para complementar así en este apartado las peculiaridades de esta actividad tan especial de los gancheros (en ella, se hace mención también de que expertos gancheros venían precisamente de Cheva/Valencia, como expertos gancheros… precisamente seguro que este narrador se refería “al tio Joaquín”… y este paisano con sus casi noventa años cuenta su experiencia así:
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“… Pues sí, yo tengo ahora 84 años pero cuando era un crío estuve de “utillero” (niños que se dedicaban a llevar los “hatos” de los gancheros y a ayudar en todo lo que podían al “cuadrillero” y al “guisandero”) con los de las maderadas. Estábamos en estos menesteres 3 ó 4 críos en la “compaña” (cuadrilla), que la mitad del tiempo andábamos jugueteando y la otra mitad trayendo ramas y leños para hacer la comida y para echar fogatas para que los hombres, los gancheros, cuando regresaban del río se secaran. Llegaban, los más, chorreando de agua a las parideras, chozas o cuevas, pues cualquier cubierto valía para pasar la noche la compaña. Se mojaban, no ya por que se cayeran al río, sino por la humedad en suspensión, esa neblina que se levanta en los rápidos y chorreras, moja mucho.Caerse, caerse, casi nunca, ya tenían mucha experiencia y pasaban por encima de los maderos deprisa sin detenerse, pues si se paraban es cuando les daba la vuelta el árbol y caían al agua. Por la noche se hacían grandes hogueras, como decía, para que se secaran y calentaran los gancheros, después secos o medio mojados se ponían a dormir en “camas” hechas con cuatro bujes (boj) en el suelo y tapados con una manta. A veces se juntaban tres o más, ponían una manta debajo y se tapaban con las otras dos, así guardaban más el calor.
El guisandero, cocinaba gachas en sartenes grandes, para unos 14 o 16 hombres, ó judías, en ollas que “bailaban” en el mucho caldo con poca sustancia. Patatas con caldo que cuando se les echaba una “raspa” decíamos que eran con pescado. Desayuno, un trozo de pan tostado a la lumbre para los chavales y el guisandero te regañaba por que le estropeábamos la fogata. ¡Hay que joderse, que tiempos!.. Para la comida, como éramos muchos, si espabilabas aún podías sacarle a la olla cuatro o cinco cucharadas por comida, eso y un cantero de pan y ya estabas aviado hasta la cena. Los “roperos” (señores que traían y llevaban la ropa), portaban al pueblo las mudas de todos los que íbamos en la cuadrilla. Nos cambiábamos la muda cada 15 días.

Me acuerdo algunas veces, en invierno, tener que cambiarme de muda al aire libre, por que mi hermano me obligaba, te quedabas en porretas, helando ¡huy copón que frío! Cada uno tenia su talego. Se los daban a las mujeres de cada uno para que las lavaran y cuando volvían los roperos a la compaña les traían, además de la ropa limpia, algo de comer de sus casas a los hombres (güeñas, tocino, si había suerte, bacalao sardinas saladas….) eso lo tenían que administrar.

Había también a modo de economato que el dueño de la maderada ponía de vez en cuando, cogías lo que querías de él, pero luego te lo descontaban del jornal. Yo recuerdo pasar noches de invierno por Tragacete, en todo lo alto de la sierra, nevando toda la noche.

Yo no sé cómo aguantaban tanto los hombres, no es de extrañar que luego no vivieran tantos años. Los hombres a los 50 años ya estaban hechos unos cascajos. La compaña la mandaba un “cuadrillero” (capataz). Las cuadrillas eran de 14 o 15 hombres y 3 o 4 chavales, como ya os he dicho y en cada maderada había varias, pero las más significadas eran la cuadrilla “lantera” (la primera, la de adelante) y la zaguera (la última, la de la zaga).

Los gancheros se conocían el río Tajo, el Júcar, Guadiela, Escabas, etc. danzaban mucho. Había muchos que eran Chelvanos (de Chelva, Valencia), pero los más procedían de las comarcas de por aquí, de las sierras de Guadalajara y Cuenca, pero de donde más, de Priego. Ya se sabían las “covachas” (cuevas pequeñas) y las viseras y entrantes de piedra, a veces se hacía pared con bujes para resguardarlas más.
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En épocas de mucho llover, ¡mecagüen la leche! Siempre medio mojado. Íbamos mal calzados y en invierno yo tenía los pies llenos de sabañones que por la noche me picaban como un rayo, me rascaba mucho y no me dejaban dormir, ni a mí ni a mi hermano ni al otro, pues dormía yo entre ellos. Algunas noches me pillaba mis pies entre los suyos para que no me moviera tanto. Lo que era de admirar eran las construcciones con la misma madera y las rampas que hacían cuando no había mucha agua o cuando rompían los rápidos... La noche se fue metiendo y después de un ¡hasta mañana, si Dios quiere! nos fuimos “cada mochuelo a su olivo”.
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Yo también quiero dar las gracias a “Juan” narrador de esta historia por estas charlas, para que las generaciones venideras sepan de cómo se vivía antes y no se olvide.
Gracias también por recordarnos otros tiempos donde la mayoría de la gente, como él ¡las pasaban putas, pero en los campos se oía cantar!. (eso es lo que dice mi padre, … que no se dejaba de cantar, aunque la gente trabajara al máximo, y cualquier rincon del campo o del río estaba siempre con gente cantando)….

Esto nos hace reflexionar y estar más contentos con lo que el devenir nos ha deparado a los de ahora. Gracias de verdad a todos los que, en tantas generaciones pasadas, fuisteis héroes anónimos, sobreviviendo y encima, echando para adelante a vuestras familias.


cavidades del Alto Tajo

Es impresionante el número de cavidades que se encuentran en este Parque Natural, siendo muy apreciadas por los espeólogos e inclusive algunas de ellas se pueden visitar sin necesidad de ser especialistas, aunque siempre con la máxima precaución y tomando medidas de seguridad.

Los materiales en los que se han formado estas cavidades pertenecen al periodo Jurásico Inferior y Cretácico Superior.
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Estos materiales están afectados por una tectónica alpina, dando lugar en la muelas cretácicas a unas direcciones estructurales predominantes NO-SE a NNO-SSE.
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Como viene siendo habitual, cada vez son mayores las dificultades para poder ir de cuevas. .
También en el Alto Tajo como tiene la declaración de Parque natural es preciso comunicar la visita.
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De momento vale con la comunicación, salvo en el caso de acceder con más de cinco vehículos a la zona o de necesitar acampar.
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Entonces es preciso que devuelvan un permiso.
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relación de cavidades del Parque Natural del Alto Tajo:


Aguas Peñas, Cueva de Checa
Agujero, Sumidero de Peñalén
Alto Llano, Sima del Arbeteta
Balas, Sima de las Taravilla
Barranco, Cueva del Canales del Ducado
Bocanegra, Surgencia de Poveda de la Sierra
Bochorno, Sima del Peralejos de las Truchas
Buitre I, Sima del Peralejos de las Truchas
Buitre II, Sima del Peralejos de las Truchas
Buitre III, Sima del Peralejos de las Truchas
Buria, Cueva de Poveda de la Sierra
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Cabezuela, Sima de la Oter
Cabras, Sima de las Armallones
Cabrero, Cueva de Corduente
Carquima, Sima de la Riba de Saelices
Castilgriegos, Cueva de Checa
Ceñajo del Moro, Cueva del Peralejos de las Truchas
Ceño Blanco, Sima de Armallones
Concavo de Peñarrubia, Cueva del Zaorejas
Covachas, las Ablanque
Covatilla, Cueva de la Huerta Hernando
Cubillo, Sumidero del Checa
Cocharreros, Covacha de los Zaorejas
Cueva, La Olmeda de Cobeta
Cuevecilla, La Riba de Saelices
Chan, Cueva del Peralejos de las Truchas
Chaparral, Sima del Peralejos de las Truchas
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Cahparro, Sima del Armallones
Chequilla, Cuevas de Chequilla
Chica, Sima Arbeteta
Chica I, Sima Zaorejas
Chica II, Sima Zaorejas
Chica III, Sima Zaorejas
Chica IV, Sima Zaorejas
Despiste I, Sima Zaorejas
Despiste II, Sima Zaorejas
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Diablos, Sima de los Peñalén
Erilla, Sima de Baños de Tajo
Estrecho del Hornillo, Cueva del Taravilla
Estrella, Sima de la Poveda de la Sierra
Fecha, Sima de la Zaorejas
Forestal, Sima del Peralejos de las Truchas
Fuente Grande, Cueva de la Oter
Genitoris, Cuevas de Checa
Gigante, Cueva del Corduente
Gorrino, Cueva del Checa
Graja, Cueva de la Peñalén
Grande, Sima Valtablado del Río
Grobias, Sima de las Peralejos de las Truchas
Gurri, Sima Zaorejas Hoya del Castillo Taravilla
Hoya del Tardajo Checa
Hoz, Cueva de la Santa Mª del Espino
Hundimiento, Sima del Peñalén
Iglesia, Sima de la Alcoroches
Iglesias, Cuevas de las Iglesias Huerthernando
Juan García, Sima de Peñalén
Limpia, Sima Peñalén
M8, Cueva Peñalén
Majdillas, Cueva de las Sacecorbo
María II, Sima Peñalén
Minadas, Cuevas Torete
Misa, Cueva de la Peralejos de las Truchas
Monja, Cueva de la Zaorejas
Mono, Sima del Peralejos de
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Moreno, Cueva del Peralejo de las Truchas
Muela, Sima de la Torete
Ojos de Carquima Armallones
Oscura, Sima Zaorejas
Palomera, Torca de Huertahernando
Paridera, Sumidero de Alustante
Peña de la Hoz, Cueva de la Huertahernando
Peñarrubia, Cueva de Zaorejas
Pperroques, Cueva de los Peralejos de las Truchas
Picallo Molinillo, Cueva de Cobeta
Pie Izquierdo, Sima del Peralejos de las Truchas
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PL 1, Sima Torete
PL 2, Sima Torete
PL 3, Sima Torete
PL 4, Sima Torete
PL 5, Sima Torete
Puente, Sumidero del Alustante
Puntal, Sima del Taravilla
Puntalejo, Cueva del Arbeteta
Quemados, Cueva de los Alustante
Rápida, Sima Zaorejas
Rata, Cueva de Santa María del Espino
Rebollar, Simarrón del Taravilla
Rocho de la Tía Josefa Oter
Ruíz Gómez, Cueva de Peralejos de las Truchas
S1, Sima Zaorejas
S2, Sima Zaorejas
San Cristóbal, Cueva-Sima de Taravilla
San Pedro, Cueva de Zaorejas
Sauco Orea
Tamboriles, Cueva de los Poveda de la Sierra
Terzaguilla, Sima de Terzaga
Tesoro, Cueva del Taravilla
Tío Inocencio, Sima del Peralejos de las Truchas
Tornero, Cueva del Checa
Torrecillas, Sima de las Armallones
Torrecillas, Cuevas de Canales del Ducado
Tres Bocas, Cueva de las Orea
Troncos, Sima de los Peralejos de las Truchas
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Valdecalera, Sima de Armallones
Vallejo, Sima del Peralejos de las Truchas
Vertedero, Sima del Peñalén
Cía Crucis, Cueva del Torete

salto de Poveda

Poveda de la Sierra es un pueblecito encantador situado en pleno Parque Natural del Alto Tajo. Un sitio ideal, casi en la frontera con la Serranía de Cuenca y, además, está muy cerquita de uno de los sitios más espectaculares de la comarca: El Salto.

En el puente sobre el Tajo entre Poveda de la Sierra y Taravilla, se inicia una de las rutas más bellas que se pueden realizar por el Parque Natural del Alto Tajo.

Desde el puente, antes de cruzar el río viniendo desde Poveda, sale la pista a la derecha con un desnivel suave (existen carteles que indican Fuente del Berro y sendero local con pintura azul y blanco). También dos carteles que indican Casas del Salto.

El trazado no presenta problema y va siempre envuelto entre pinos, con el Tajo y su magnífico bosque de ribera a la izquierda y el marco montañoso de las paredes de Palancares (1.445 m.), Santa María (1.468 m. ) en la orilla izquierda del río (nuestra derecha) y Muela del Conde (1.451 m.) en la margen derecha.
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En el kilómetro 1’5, después de pasar una curva en la que el río gira 90 grados en un meandro, se llega al Área Recreativa Fuente del Berro (20’), donde existe un refugio abierto (izquierda) y una zona acondicionada con bancos de piedra, mesas, etc. bajo una agradable chopera.

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Sin bajar a la zona recreativa, continuamos de frente por el trazado de la pista que continua enmarcada a ambos lados por un denso y joven pinar.
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En el kilómetro 4 la pista deja a la derecha un desvío en el que arranca en cuesta otra pista con una cancela metálica y continua hasta pasar un puente con barandillas de hierro que salva el pequeño barranquillo que forma el arroyo de la Corredera antes de ceder su pequeño curso de agua al Tajo.

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A partir de aquí se emprende una ligera subida hasta el kilómetro 5’3, donde nos encontramos, tras superar una construcción ruinosa a nuestra izquierda, con un cartel que indica que estamos cerca del salto (1h. 20’).

La pista sigue de frente hasta un bar y las casas rurales del Salto, construidas tras la rehabilitación de las construcciones de la compañía que gestionaba la antigua central hidroeléctrica, pero nosotros seguimos las indicaciones del cartel y giramos a la izquierda en busca del río. Para ello bajamos doscientos metros por una pista en peor estado con un par de curvas pronunciadas que nos lleva hasta una agradable explanada junto al río.
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El rumor de las aguas del salto se hace notar entre la paz del lugar. Una vez en la explanada en la que termina la pista, nos dirigimos hacia la explanada de la izquierda.
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Allí parten dos senderos (tomamos el de la izquierda, que va directo al río) y lo continuamos unos cincuenta metros para acceder al destruido muro de contención y disfrutar de una panorámica de lujo sobre la preciosa cascada del Salto de Poveda, de unos veinte metros de altura y diez de ancho (1h. 30’).
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Encima del salto (a nuestra izquierda) se encuentra la Laguna de Taravilla, que desagua en parte al río Tajo antes de llegar a la cascada y a la que se llega desde las Casas del Salto.

El regreso se realiza por el mismo camino.
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barranco del río Dulce

El barranco del rio Dulce, sigue siendo un paraje desconocido que vale la pena visitar.
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El barranco rodea Pelegrina en un pintoresco entorno, a pocos kilómetros de Siguenza. Desde lo mas alto, las ruinas del castillo dominan el pueblo y el barranco.

Hoz labrada en una paramera cárstica de edad jurásica y cretácica, típica de la Alcarria Alta, y característicamente cubierta de encinares, quejigares, reductos de sabinar albar y de rebollar, cambronales, aliagares, esplegares y tomillar-pradera.
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La Hoz cuenta con numerosos escarpes de variada morfología, incluyendo abrigos, formas pétreas en proa de barco, arcos de piedra, tormagales, setas y agujas. Varios escarpes laterales o fluviales dan lugar a cascadas. Las laderas presentan localmente llamativos caos de bloques desprendidos y vertientes regularizadas con gelifractos.
El río Dulce cuenta también con barreras y terrazas travertínicas, así como con un meandro encajado y abandonado


La fauna es tan variada como en los ecosistemas que podamos encontrar en otros sitios el Parque, ya que están íntimamente relacionados.

En el ecosistema de roquedos encontramos a la escasa Águila perdicera (una pareja), en peligro de extinción en Castilla-La Mancha junto con alimoches, buitres leonados, águilas reales, halcón peregrino y chova pequirroja.
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Descendiendo al ecosistema ripario, son habituales de estas zonas la garza real, ánade real, martín pescador, lavandera cascadeña, lavandera blanca o mirlo acuático.
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Otras especies de hábitat más forestales aparecen frecuentemente en los sotos y choperas, tales como el autillo, el pico picapinos, la oropéndola o el cuco.

Las zonas boscosas de esta zona son utilizadas por el azor, gavilán, alcotán, busardo ratonera, y águila culebrera y como mamíferos es de destacar a los erizos, topillos, musarañas, zorros, corzo, jabalí, gato montés, garduña, gineta y tejones.
Del ecosistema acuático reseñar la nutria.


En el barranco, la continentalidad del clima y el predominio de suelos muy poco evolucionados sobre calizas y dolomías condicionan la existencia de comunidades vegetales especializadas en sobrevivir en ambientes particularmente duros para la vegetación.








Es el caso de los sabinares negrales, guillomares y erizales que cubren las laderas rocosas de la hoz, o las comunidades rupícolas y glerícolas que ocupan, respectivamente, los numerosos escarpes y los gelifractos activos.

Las riberas del Dulce ofrecen un hábitat más afable para la vegetación, permitiendo la aparición de retazos del bosque galería, principalmente fresnedas con sauces y álamos blancos, choperas de repoblación, densas arbustedas caducifolias espinosas, carrizales, juncales y otras comunidades de helófitos, elodeidos y miriofílidos acuáticos.


Clima es continental y destacan las altas temperaturas.



Antes de llegar a Sigüenza, desde el desvío de la N-II por Mandayona, nos encontramos el Barranco del Río Dulce que discurre desde las localidades de Pelegrina hasta Aragosa.

La zona se declaró Parque Natural por la Ley 5/2003 y ha sido propuesto a la Comisión Europea como Lugar de Interés Comunitario (LIC) y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).


@ la mayoría de las fotografías del río Dulce están recogidas de http://www.pbase.com/ realizadas por el fotógrafo Enrique Hervás, al que agradezco y felicito por su sensibilidad y el color tan intenso que consigue dar a sus obras. Mi enhorabuena desde esta ventana e invito al interesado que te busque en la red para compartir tu visión del mundo y su piel.